En los anteriores estudios estuvimos respondiendo a la pregunta: ¿Por qué si yo no pedí sufrir, tengo que sufrir? Y les decía que el sufrimiento se presenta: Producto de Nuestras Acciones, de las injusticias causadas por el hombre, tenemos el sufrimiento inmerecido. También respondimos a esa pregunta diciendo que el sufrimiento se puede presentar como un acto de la disciplina de Dios. Otra respuesta de mucho peso puede ser: Porque somos enemigo de Satanás y eso nos hace ser objeto directo de sus ataques. También vimos como los sufrimientos tienden a sacar las emociones más negativas del corazón de una persona. Hablamos de sentimientos tan conocidos como el enojo, la ira, la ansiedad, y aun muchos también pueden llegar a experimentar una tristeza profundo.
Pero ahora. Santiago en el verso 8 nos dice que es posible preocuparnos en extremo al punto que nuestra lealtad a Dios se pueda dividir “entre Dios y el mundo”. Tal vez algunos se puedan estar preguntado: Pero ¿Cómo no preocuparnos? ¿Cómo no tener la mente dividida? Imagínese: El dinero no nos alcanza, las malas noticias llegan a robarnos la paz, y a todo esto, hay que sumarle la tensión que produce: la violencia, la soledad, las enfermedades, los problemas familiares, la separación, la muerte y ¿Usted nos está diciendo que no tenemos que preocuparnos?
Por supuesto que sí, porque preocuparnos es querer anticipar una situación que quizás no sucederá, es querer cruzar la calle antes de llegar a ella. Es vivir en la anticipación de cosas que no podemos controlar. Cristo ya había hablado con relación a este mismo problema: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. Mateo 6.34. Jesús es directo y nos dice que mucha de la angustia que experimentamos se debe a que hemos quitado nuestra confianza en Él, y nos hemos enfocado en el problema, con mucha razón nos dice:
“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”. Mateo 6.26.
Es interesante que Jesús no resolvió el problema de las preocupaciones, de la angustia, y de la ansiedad pidiéndoles a sus discípulos que reprendieran al Diablo y a sus secuaces, o que buscaran culpables. El Señor dirigió nuestra atención a Dios. Y nos aclara que toda clase de ansiedad es una actitud que cada uno tomamos. Nadie nació con estrés, nadie nació con preocupaciones, ni ansiedades, es algo que elegimos todos los días. Por lo tanto, analicemos algunos aspectos negativos cuando permitimos que nuestra mente se divida:
1. Permitirlo no te aportara nada:
Alguien dijo acertadamente: “Hay dos días en cada semana por los cuales nunca deberíamos preocuparnos: Uno de esos días es el de ayer, con sus aciertos y errores, sus dolores y alegrías. El ayer está más allá de nuestro control. Todo el dinero del mundo no puede traernos de vuelta el día de ayer. No podemos deshacer lo que hemos hecho, no podemos borrar ninguna palabra dicha. El otro día por el cual no deberíamos preocuparnos es el de mañana, con sus posibles adversidades, sus cargas, y demandas. El mañana también está más allá de nuestro control. Esto nos deja solamente un día: hoy”.
Por eso que El Señor nos dice: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. Mateo 6.34.
Jesús aquí nos aclara que el problema de tener la mente dividida radica en un enfoque incorrecto de la vida. Jesús dice que no está bien dejar que los posibles problemas del mañana nos aflijan, porque a final de cuentas el mañana le pertenece a Dios, el mañana está en Sus manos. Solo Dios tiene el control del mañana.
Así que, preocuparnos en extremo no podrá cambiar ni tu pasado, ni controlar tu futuro, lo único que si puede lograr es complicarnos el presente, hacerlo más insostenible y nos impedirá avanzar. ¿Y que se supone que debo de hacer? Enfrente los problemas de hoy con las bendiciones que Dios te da hoy. Otro aspecto negativo es:
2. Complica más la situación:
Tener nuestra mente dividida crea situaciones adversas donde no las hay, y no sólo hace que los problemas se vean más y más grandes, sino imposibles de solucionar. Cristo dice: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”. Mateo 6.25 Ahora, noten detenidamente por cuáles cosas no debemos tener este tipo de preocupación o ansiedad. Observen que el Señor no está hablando de cosas ostentosas o lujosas, aquí no dice: “No te afanes porque para tus cumpleaños no te podrán regalar el Lexus deportivo que tanto soñaste. Ahí no dice: “no te afanes porque este año no podrás comprar la casa de tus sueños: 3 mil pies cuadrados, con cancha de tenis, con piscina, Jacuzzi, spa, gimnasio y una habitación para la suegra”.
Aquí el Señor está hablando de cosas que son necesarias para mantener nuestra vida: Comida, bebida y vestido. Es decir, lo que necesitamos para la preservación de nuestra vida (la comida y la bebida) y para la protección y comodidad de nuestro cuerpo (el vestido) El Señor está tocando aquí una fibra muy sensible de nuestro ser, porque son elementos esenciales para el hombre; son preocupaciones que, a nuestro punto de vista, puede ser legitimo preocuparse; y sin embargo, el Señor nos dice que no debemos ni siquiera afanarnos inclusive por algo tan legitimo como lo es la comida, la bebida, y el vestido.
¿Por qué el Señor nos dice eso? Creo que hay algo muy importante que Dios desea que recordemos. Si Dios nos ha dado lo más grande que es: Tener vida, ¿No nos dará aquellas cosas para sostener la vida? Por eso Cristo nos dice:
“Así que no se preocupen ni digan: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Qué ropa vamos a usar?” La gente que no conoce a Dios trata de conseguir esas cosas, pero ustedes tienen a su Padre en el cielo que sabe que necesitan todo esto”. Mateo 6.31-32 (PDT).
Otro aspecto negativo es:
3. Pecado:
¿No será que usted está siendo muy duro? Porque aparte de que estamos enfrentando el sufrimiento, ahora hay que sumarle que podemos pecar en medio del sufrimiento. Es pecado porque Dios en muchas ocasiones, de muchas maneras, en diferentes contextos nos ha dicho:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Filipenses 4.6.
Claro que es pecado, porque Dios nos dice en Su Palabra que no nos preocupemos, que descansemos en Él, que confiemos en Él, y al no hacerlo estamos desobedeciendo Su Palabra, por consiguiente es pecado. Cuando permitimos que el afán y la ansiedad se apoderen de nuestro corazón, hermanos saben lo que estamos haciendo: estamos poniendo en duda el cuidado que tiene nuestro Padre celestial por nosotros. Él nos ha dicho:
“No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”. Lucas 12.32.
Pero si hay algo más preocupante y peligroso de permitir que nuestra mente se divida, es lo que Santiago nos dice en el versículo 8. Y digo que es terrible, porque si frente al sufrimiento usted se enoja, se frustra, y explota; o experimenta tristeza en vez de gozo, dolor, y amargura en vez de la paz y esperanza; estos sentimientos tratados correctamente, canalizados por medio de la palabra de Dios pueden ser sanados, conquistados y su vida puede ser restaurada. Pero en el caso del creyente descrito en el versículo 8 su situación en vez de mejorar puede empeorar. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”.
Una persona inconstante un día está bien con su familia, pero luego se enoja con ellos, un día está bien con sus amigos y hermanos, al otro día no quiere ni saber de ellos; un día esta bien con Dios y al otro, no quiere saber más de Él. Entonces ¿Cómo podemos evitar que nuestra mente este dividida? ¿Cómo podemos contrarrestar los efectos que produce la ansiedad, las preocupaciones el estrés, la tensión? El mensaje es muy claro: No debemos dejar que nuestras preocupaciones, dudas, temores, angustias nos distraigan, nos debiliten a la hora de enfrentar la adversidad que sea.
“ Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. Isaías 26.3.
Recuérdalo: “Si Dios cuida de las aves, cuidara También de ti”.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
¿Hasta que punto las preocupaciones se pueden convertir en un problema?
¿Que aspectos negativos produce el preocuparse en extremo?
¿Es muy drástico decir que preocuparse en extremo es pecado?
¿Cuál crees que sea la solución para no preocuparnos en extremo?
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