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Con Envidias No Hay Crecimiento

El apóstol Pedro es muy puntual en decirnos que no habrá crecimiento si no somos sinceros en cuanto a actitudes, hábitos y comportamientos que Dios desea cambiar en nosotros. Y nos dice que para crecer espiritualmente tenemos que despojarnos de algunos pecados que impiden ese crecimiento. Hoy continuaremos con el obstáculo numero cuatro:



PARA CRECER DEBEMOS ABANDONAR LA ENVIDIA:



Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias” 1 Pedro 2.1.

Si somos honesto tenemos que admitir, que todos sabemos lo que significa la envidia. Si somos honestos todos tenemos que admitir que en algún pasaje de nuestra vida la hemos experimentado. La envidia tiene dos lados de la moneda. Por un lado dice: “Deseo lo que esa persona tiene”. Si tiene un trabajo mejor que el mío, ¡lo queremos! Si tiene una casa mejor que la nuestra ¡la deseamos!. Si él recibe un mejor salario, se lo envidiamos.

El otro lado de la moneda en cambio dice: “Deseo que no tuviera lo que ella tiene”. Este es el lado oscuro, aterrador y con alcances inimaginables de la envidia. Esa clase de envidia que pasa el limite y se convierte en desear el mal para otro. La palabra griega que encontramos en el Nuevo Testamento para envidia es Zeloo. Es el término de nuestra palabra en español para celo. Se usa tanto en un sentido positivo como negativo en las Escrituras.

En un sentido positivo se nos dice que Dios nos cela, pero esa clase de celo es muy diferente al nuestro porque no es un tipo de celo que lleva maldad y pecado si no un celo protector. Sin embargo, en un sentido negativo el celo es dañino, destructivo y pecaminoso. Y lo que el apóstol Pedro nos quiere llevar a comprender es que la envidia no es un pecado moderado o inofensivo. La envidia es un cáncer oculto que opera en la clandestinidad, que crece y se extiende en lo secreto produciendo los más terribles desenlaces en la vida de quien decide guardarla. ¿Cuáles son las consecuencias negativas que produce la envidia?:


1. Nos destruye Internamente:


Podría describir a la envidia como un fuego que lentamente se enciende consumiendo todo lo que esta a su paso. Los grandes fuegos forestales solo han necesitado de una pequeña chispa para arrasar y destruir todo lo que este en su camino. Salomón nos dice: “El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos” Proverbios 14.30. Salomón nos esta diciendo que la envidia no es saludable, corroe nuestro organismo, no contribuye en nada a la buena salud física.

2. Produce soledad:

Salomón nos dice: "¿quién podrá sostenerse delante de la envidia? Prov. 27.4. Yo les pregunto: ¿Quien puede estar cerca de una persona envidiosa? ¿Quién podrá poder volver a confiar en una persona que no es sincera, que tiene una doble cara? ¿Podría usted tener comunión con una persona envidiosa? La envidia destruye las relaciones personales porque es difícil tratar y tener una sana comunión cuando se tiene una actitud tan hostil producto de la envidia. El envidioso se consume viendo el triunfo del otro. Siente que el éxito del otro es su propia desgracia, que la prosperidad del otro es su propia ruina, que las bendiciones que el otro recibe son las maldiciones que el mismo sufre y con esa actitud tendrá que quedarse solo.


3. Rompe nuestra comunión con Dios:

La envidia destruye por completo la comunión con Dios, porque es imposible estar en comunión con Dios mientras alberguemos en nuestro corazón un sentimiento tan diabólico como la envidia y los celos. Aún los cristianos más comprometidos batallan con este espíritu de envidia. Para tomar tan solo un ejemplo de muchos que la Palabra de Dios nos registra tenemos el caso de Asaf. Leer Salmos 73:1-4.

Lo que Asaf estaba diciendo era: ¿Cómo es posible que Dios pueda bendecir más a los malos que aquellos que le servimos? ¿Por qué los malos siguen siendo más ricos y la gente buena sigue siendo más pobre? ¿Por qué aquellos que no tienen a Dios en sus vidas no tienen que hacer muchos esfuerzos para sobrevivir y lo tienen todo? Tratando con justicia a Asaf, tenemos que reconocer que tales interrogantes también nos han invadido. Y vienen preguntas que, aunque no se expresen o no se manifiesten externamente, tiene el poder de desanimarnos: ¿Sera que Dios se ha olvidado de mi? ¿Ya estoy cansado de tanto esfuerzo y el dinero no me alcanza? ¿Por qué estas personas que te han dado la espalda están llenas de vida y yo cargo con el dolor de esta enfermedad?

Recordemos que Pedro esta escribiendo a cristianos. Cristianos que por causa de la fe en Cristo lo habían perdido todo y les había tocado salir huyendo buscando un refugio donde salvar sus vidas. Ahora piensen la situación que estaban enfrentando: Tal vez muchos no habían encontrado un hogar donde vivir aun, salían a buscar trabajo y por causa de la fe que tenían en Cristo no se los daban. Y son esas circunstancias la que muchas veces nos desajustan hasta el punto en que se puede llegar a dudar de las bendiciones de Dios;

Se nos nubla la visión y nos hace perder la perspectiva enfocándonos más en las circunstancias a nuestro alrededor que en Dios. Asaf dijo: “En cuanto a mi, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos” Salmos 73.2 Asaf confeso y dijo: “por poco este sentimiento me hace alejarme de Dios. Esos interrogantes que habían venido a mi vida por poco y me hacen darle la espalda a Dios”. Las palabras “deslizar y tropezar” en hebreo significa apostasía: Abandonar la fe, volver atrás, renunciar, dejarlo todo.


¿Qué debemos de hacer ante los peligros de una envidia arraigada en nuestro corazón?


1. Invirtamos el orden de los pronombres:

El apóstol Pablo dice: “el amor no tiene envidia” 1 Corintios 13.4. El único remedio para solucionar el pecado de la envidia es el amor ágape. Es ese amor que cuando ve el éxito, el talento, el triunfo del otro, su respuesta es estar contento, pleno y feliz. Por lo tanto, el amor que no tiene envidia, no solo se enfoca en ayudar a que las metas, los objetivos y los sueños se puedan alcanzar, sino que también se alegra y celebra cuando esas metas, objetivos y sueños se cumplen. El amor que no tiene envidia RECONOCE lo positivo que hay en el otro y no se ALEGRA con las equivocaciones del otro. Es tiempo que invirtamos el orden de los pronombres. En la escuela nos enseñaron que los pronombres comenzaban: yo, tu, él. Pero en el orden de la Biblia primero eres tu, él y luego nosotros. Leer. Filipenses 2.3-8


2. No pierdas de vista el valor que tienes para Dios:

A veces las personas comienzan a envidiar y pierden de vista los planes y propósitos que Dios tiene para su vida. Y si perdemos de vista las bendiciones de Dios, perderemos mucho tiempo porque estaremos alimentando sentimientos de angustia, preocupación y desconfianza. Leer Salmos 73.17-26.


3. Pídale Perdón a Dios:

Como lo hemos visto la envidia no es un pecado leve, es un grave pecado y como tal debe de ser confesado. Leer 1 Juan 1.9-10.

Ore para que Dios cambie su actitud, para Dios arranque de su vida cualquier actitud de celos, envidia y rivalidad.





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