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YO NO PEDÍ SUFRIR

Todos sin lugar a dudas tenemos alguna historia de dolor, muchos de nosotros sabemos cómo el dolor se presenta sin anunciarse, sin ser invitado.



Nadie se escapa de sufrir, a todos tarde o temprano nos visita este molesto visitante. Podría decir que los sufrimientos tienen ese efecto bumerang: El bumerang va y viene, se suelta y regresa, se aleja por un tiempo, pero cuando menos lo esperamos retorna, de igual manera así actúan los problemas.


En la vida las circunstancias difíciles vienen y van. No es algo que experimentamos una sola vez y se termina. Podremos expresar nuestro dolor de distintas maneras, pero cada uno de nosotros sabe lo que se siente cuando el dolor se presenta.

Pero ¿Por qué Dios permite que sucedan situaciones como estas en nuestra vida? ¿Por qué Dios deja que vengan momentos de dolor a nuestro corazón? ¿Podemos realmente decir que el dolor es parte del plan de Dios para nosotros? Vamos rápidamente a un versículo que me llama mucho la atención: "Yo sé, Señor, que tus juicios son justos, y que en tu fidelidad me has afligido" Salmos 119.75.


Sin duda la mayoría de nosotros estamos de acuerdo con la primera declaración que hace David en este versículo. Los juicios del Señor son: rectos, justos y verdaderos por la razón de que provienen de un Dios recto, justo y verdadero. La segunda parte del versículo del salmista, sin embargo, nos lleva a un plano que es más difícil de aceptar o que a simple vista nos es difícil comprender.

No nos cuesta creer que las aflicciones son parte de la vida; basta tan solo ver a nuestro alrededor, y ver que las aflicciones están inseparablemente ligadas al mundo en que vivimos. Pero David declara que los momentos de dolor son una demostración de la fidelidad del Señor hacia nosotros. ¿Cómo podemos conciliar esa verdad, cuando el sufrimiento produce en nosotros tanto dolor? ¿Cómo un Dios de tanto amor, puede permitir tanto dolor, incluso de aquellos que permanecemos cerca de Él? Tenemos que recordar algo que a veces se nos sale de nuestra comprensión, Las pruebas son controladas y enviadas por Dios. Leer Ruth 1:20, 21. ¿Dónde estaba el Señor en la vida de Noemí? ¿Por qué no permitió que su esposo e hijos vivieran lo suficiente para proveer para ella?


O considere a Job. Job dijo: “Yo vivía en prosperidad, y me desmenuzó; me arrebató por la cerviz, me despedazó y me puso por blanco suyo”. Job 16:12. Y Job era plenamente consciente del control soberano de Dios cuando las cosas salen bien y cuando salen mal: “Jehová dio, Jehová quitó, sea el nombre de Jehová bendito”. Job 1.21 El Señor había bendecido a Job con gran abundancia. ¿Por qué le quitó todo? ¿Por qué después tomó la salud de Job? ¿Podemos realmente hablar de Dios como el proveedor cuando él quita todo?

Note la comprensión y el propósito por el cual Job enfrento este sufrimiento. Él dice algo muy puntual: “Mas Él conoce mi camino; me probará y saldré como oro”. Job 23:10. Noten que, en vez de concentrarse en su situación, en el dolor, en el pasado, en la confusión que estaba viviendo, comienza a tener una perspectiva no terrenal sino una comprensión Divina. Él lo expresa de esta manera: “Me probará, y saldré como oro” (23:10).


Estos hermanos a quienes escribe el apóstol Pedro, estaban padeciendo por causa de su fe de muchas dificultades, y el futuro inmediato no parecía mejor. Poco tiempo después de haber recibido esta carta, muchos de los creyentes a los que iba dirigida sufrieron una de las más feroces persecuciones que experimentó la Iglesia de Cristo en el siglo I, provocada por Nerón. Muchos de ellos sufrieron en carne propia el escarnio, eran encarcelados, eran torturados, quemados, expuestos a fieras mientras la multitud se divertía viéndolos morir. Y recordemos que el mundo no ha cambiado, El mundo a nuestro alrededor se está cayendo en pedazos y los cristianos sufrimos los azotes de vivir en un mundo caído; Y la pregunta es: ¿Por qué Dios lo permite? La Escrituras mencionan varios propósitos del porque Dios permite las pruebas en la vida de sus hijos. Podríamos decir que las pruebas en nuestra vida cumplen la función de una radiografía espiritual:


Para poner en balanza nuestra fe:

para que sometida a prueba vuestra fe”. ¿Cuál es el primer recurso que usamos cuando estamos afligidos? ¿Cuál es nuestra primera reacción cuando estamos puesto bajo mucha presión? El sufrimiento llega a nuestra vida para ver hacia donde se inclina nuestra fe. Demasiados cristianos están agotados, debilitados, desanimados porque procuran pelear sus batallas en sus propias fuerzas, produciendo en muchos de ellos no solo el desgaste físico y emocional, sino el Espiritual conduciéndoles a una deserción. Jesús lo explico mejor diciendo:“13Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan”. Lucas 8.13


El oro se prueba con fuego y la fe de los cristianos también. No siempre serán pruebas severas, pero habrá momentos cuando sentiremos que el horno de la aflicción está más caliente de lo habitual. Pero recuerde algo muy importante que de la misma manera en que se calienta el horno, de la misma manera la gracia de Dios siempre será proporcionada con la magnitud de la prueba. Y Dios no ha prometido librarnos de las pruebas, pero sí ha prometido estar con nosotros en medio de la prueba. En la purificación de los metales preciosos es necesario pasarlos por el horno expuesto a altas temperaturas. A diferentes temperaturas de fundición, surge una sustancia sobre el oro u otros metales fundidos: Es una capa líquida que contiene impurezas sin valor, desechable; es la escoria. Y es necesario elevar la temperatura para quitar todo aquello que sobra. Y Pedro nos dice que la obra de Dios, el trabajo de Dios, los propósitos de Dios tienen el mismo resultado, pero ya no en los metales preciosos, sino en gente preciosa. Dios está comprometido a refinarnos como el oro. Las impurezas pegadas en lo profundo de nuestro carácter salen como escoria a través de las pruebas con el fin de erradicarlas de nuestra vida. Pero hay que entender que es un proceso que dura toda la vida. Y donde hay fuego, también hay dolor.


Es por eso que el apóstol Pedro estaba muy consciente de la relación entre ambos y nos dice: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. 1 Pedro 1.6

Así que cuando Dios eleve la temperatura, alégrese porque algo bueno está ocurriendo en su carácter, alégrese porque su fe se está fortaleciendo, alégrese porque Dios está eliminando esa escoria, esos residuos que no le traen crecimiento ni desarrollo a su vida. Tu tarea mi hermano mientras pasas por una situación adversa es creerle a Dios.

  • Usted encárguese de lo posible y déjele lo imposible a Dios: “Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible”. Mateo 19.26

  • Usted encárguese de lo natural y déjele lo sobrenatural a Dios.

  • Usted haga la tarea fácil que de la difícil se encarga el Señor.

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