El Que Se Enoja Pierde
- pandevidamcallen
- 16 feb
- 6 Min. de lectura

El enojo es una emoción muy destructiva, a pesar de ser una emoción que Dios nos ha dado, la mayoría de las veces cuando se expresa los resultados siempre son negativos. Podríamos decir que de todas las emociones, sentimientos y reacciones que expresan los seres humanos, la ira es la que está siempre lista y preparada para responder. Inclusive emociones tan pecaminosas como lo es el orgullo, la envidia, la amargura, los celos, el resentimiento, etc., requieren cierto tiempo y un conocimiento previo frente a X situación para poder expresarlas, con la ira no ocurre así. Incluso usted puede enojarse con alguien sin aun conocerlo, sin aun haber cruzado tan solo unas cuantas palabras. Como también usted puede estar en el lugar más pacífico, en el ambiente más armonioso y sin embargo, de un momento a otro puedes estallar en ira, levantarse de su silla y salir super enojado. No importa el lugar, la hora, ni las circunstancias, la ira siempre está lista para responder.
No se equivocan los expertos en afirmar de que vivimos en una sociedad iracunda, las noticias dan testimonio de eso. Cada día escuchamos tragedias en el hogar provocadas por arranques de ira; nos topamos con conductores iracundos, hay ira en los lugares de trabajo, estudiantes iracundos con otros estudiantes, con sus maestros, vivimos en una sociedad donde las personas luchan por controlar su enojo. Incluso, en esta era tecnológica plagada de redes sociales, ya no es necesario tener a la persona frente a frente para que reciba agresiones de odio, hoy en la internet abundan los conocidos “Haters” que con un mensaje de texto, un whatsApp, con un comentario en alguna foto o video que se compartió, puede escribir un comentario de odio. La ira tiene todo el potencial para destruir con las mejores relaciones personales.
La ira puede conseguir romper con el amor y el respeto entre esposos, puede acabar con una armoniosa relación entre padres e hijos, puede destruir todo lo que se le cruce en su camino. Pero su rango de acción no termina allí porque cuando se cruza la línea, cuando la ira nos saca de nuestro control, hace despertar esa fiera que llevamos dentro; haciéndonos olvidar por un momento quienes somos, haciéndonos decir cosas de las cuales tendremos que arrepentirnos, y peor aún; haciéndonos hacer cosas de las cuales tenemos que lamentarnos. Leer Proverbios 14:17.
Hasta aquí hemos visto que el corazón pastoral de Santiago siente una gran preocupación por sus ovejas. Y se ocupa de ellas, de tal manera que les enseña acerca de los peligros de no perseverar en la fe (1:4). Y les dice que sí logran responder correctamente frente a las pruebas y la tentación tendrán una gran recompensa (1:12). Pero ahora, los versículos 19 y 20 forman una conexión importante entre lo que Santiago ya nos ha dicho acerca de los sufrimientos y las tentaciones, y lo que más adelante veremos acerca de la Palabra. Y Santiago ahora trata el tema de la ira, y lo hace porque en los versículos anteriores, trató el tema de los sufrimientos y si usted lo recuerda, dijimos que los sufrimientos tienden a sacar de nosotros las peores emociones, y la ira es una de ellas. Cuando los problemas surgen pueden brotan acciones tan violentas como la ira, la rabia, el coraje, y el enojo. Emociones muy peligrosas porque el enojo nos puede llevar a decir cosas que no deberíamos haber dicho, con mucha razón Santiago nos dice: “estén más dispuestos a escuchar que a hablar”.
La ira fuera de control nos impulsa hacer cosas de las cuales tendremos que arrepentirnos. “Porque quien vive enojado, no podrá vivir conforme a los propósitos de Dios”. Así que, las dificultades de la vida siempre provocarán una respuesta, pero debemos ser extremadamente cuidadosos para que esa respuesta sea la correcta, porque de lo contrario provocaremos dolor, tristeza y consecuencias muy terribles.
“El hombre que se violenta fácilmente provoca pleitos y comete toda clase de pecados”. Proverbios 29.22 (NBV).
Preguntémonos: ¿Cuántas veces esto ha ocurrido en nuestra vida? ¿Cuántas veces hemos permitido que esta emoción invada nuestro hogar? ¿Cuántas veces hemos permitido que los gritos, las ofensas, las palabras groseras nos controlen? Esposos levantándole la voz a sus esposas con gritos y palabras fuertes. Padres contra hijos lastimando y hiriéndoles el corazón por la manera grosera y las palabras cargadas de violencia. Pero hay que ser justos y no solo cargarles la culpa a los hombres, las mujeres también tienen su cuota de responsabilidad. No solo el esposo tiene el potencial de destruir la armonía en el hogar, sino que también el mensaje es para ti mujer, Salomón les dice:
“Mejor es morar en tierra desierta que con mujer rencillosa e iracunda”. Proverbios 21.19
Salomón nos dice: “Prefiero la soledad que vivir con una persona agresiva y que pasa todo el tiempo de mal genio”. Esta clase de mujer que nos describe Salomón, son mujeres que con cualquier cosa explotan, se irritan, y como consecuencia vienen las malas palabras, los gritos, los insultos y en algunos casos, aunque usted no lo crea vienen también los golpes de parte de ellas. Hijos ustedes también contribuyen a la armonía en el hogar. Los hijos también tienen la responsabilidad y deben ayudar para que en el hogar se respire una atmósfera de paz, armonía, de tal manera que nos dé gusto de estar en casa. Porque de lo contrario, el hogar se puede convertir en un lugar hostil, conflictivo y donde nadie quiere estar. Pablo nos dice a todos:
“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda amargura”. Efesios 4.31.
Pastor, reconozco que soy de mecha corta, me enojo con mucha facilidad, he herido a las personas que más amo con mis palabrotas, con mis groserías y con este carácter horrible que me cargo, ¿Qué debo de hacer? Bueno, usted ha dado el primer paso que es reconocer que su carácter no le agrada a Dios, así que pídale perdón a Dios, deje que Dios moldee su carácter y ponga en práctica estos tres principios:
Ponga un filtro a sus emociones:
A prendamos a filtrar aquellos asuntos que no tienen mayor relevancia. No maximice un problema.
“Las personas sensatas no pierden los estribos; se ganan el respeto pasando por alto las ofensas”. Proverbios 19.11 (NTV).
Salomón nos dice que es de mucha honra pasar por alto las ofensas. Que alguien se nos atravesó en el camino: déjalo pasar; que alguien te ofendió, pásalo por alto. En pocas palabras, no busquemos problemas en donde no los hay, estemos dispuestos a ceder.
Sea Amable a la hora de expresar sus ideas:
Santiago nos dice que nosotros podemos encontrar la victoria frente a esta emoción siempre y cuando seamos: “rápidos para oír, lentos para hablar, y lentos para enojarnos”. Y si somos sinceros con nosotros mismos, creo que esta fórmula que nos presenta la Palabra de Dios muchas veces nosotros la invertimos: somos lentos para oír, apresurados para hablar, rápidos para enojarnos. La principal diferencia entre oír y escuchar es que oír es un proceso pasivo e involuntario, mientras que escuchar es un acto activo y voluntario. Por lo tanto, hoy más que nunca todos necesitamos dos orejas que este dispuestas para escuchar y, cuando sea nuestro turno para hablar Salomón nos recomienda:
“La respuesta amable calma los ánimos, pero la respuesta áspera aumenta el enojo”. Proverbios 15.1. (PDT).
También es importante que nosotros con humildad reconozcamos la opinión y los sentimientos de la otra persona. No discutan en frente de los niños, ni mucho menos en presencia de extraños, construyan puentes de comunicación y respeto, y no muros de dolor y resentimiento
Recuerda que hay una línea que no hay que traspasar:
“No permitan que la ira los haga cometer pecados; que la noche no los sorprenda enojados”. Efesios 4.26. (PDT)
El principio es muy claro, Pablo dice: Asegúrense que cuando llegue el final del día, has resuelto cualquier tipo de problema, desacuerdo, diferencia, conflicto que hayamos podido tener. Porque una persona que se acuesta enojada, se levanta herida; se acuesta con ira, y se levanta resentida; se acuesta irritada, y se levanta amargada. Por lo tanto, si has tenido asuntos de desacuerdo con tu esposa, con tus hijos, arréglelos antes de que caiga la noche. El punto es que cuando coloques tu cabeza sobre tu almohada, asegúrate de que en verdad vas a dormir en paz. Maridos no se salgan de la cama para dormir en el sofá, ni el cuarto de visitas, ni le quite la cama al perro; ni mucho menos permitas que su esposa se vaya a dormir con los niños o en el último rincón de la casa, no permitan que ella duerma en el lugar que no le corresponde. No caigamos en el error de pensar que ese problema por pequeño que sea, se podrá arreglar posteriormente.
“El de grande ira llevará la pena; Y si usa de violencias, añadirá nuevos males.” Proverbios 19:19.
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