top of page
Buscar
  • pandevidamcallen

Familias Buenas En Un Mundo Malo

Actualizado: 26 ago

De 70 puñaladas, Elvia Espinoza de 46 años de edad, murió a manos de su propio hijo. Emmanuel Espinoza un estudiante de la universidad de Florida viajo únicamente con el objetivo de asesinar a su indefensa madre. Sin mostrar ningún síntoma de arrepentimiento, el joven confesó en la declaración a la policía que sabía exactamente donde apuñalarla, porque lo aprendió en sus clases de biología. Después de causarle la muerte a su mamá, llamó al 911 y confesó el crimen. Esto fue lo que dijo en su declaración:  “Sabes, he querido matar a mi madre durante muchos, muchos años porque me ponía loco”.  Elvia Espinoza era una querida maestra de segundo grado en una escuela primaria. Creo que inmediatamente después de escuchar esta terrible noticia, uno se pregunta ¿Cómo pueden suceder cosas tan aterradoras como estas? ¿Qué está sucediendo en nuestra sociedad moderna? ¿Por qué en un país donde abundan los consejeros, los psicólogos, las iglesias; en un país tan avanzado y civilizado se estén cometiendo actos tan violentos con estos?   



Sin duda que todos conocemos la respuesta: Este es el resultado lógico que produce un alejamiento del corazón del hombre hacia Dios. Es el resultado lógico de abandonar la Palabra de Dios, y al Dios de la Palabra. Hoy tú y yo somos testigos de cómo nuestra sociedad año tras año se está auto destruyendo de una manera acelerada, adquiriendo una forma más liberal de ver la vida.    Es interesante que aquí en los Estados Unidos a las jóvenes se les permiten tomarse la pastilla abortiva del día después, sin la necesidad ni de consulta consulta ni de receta médica, pero por ser menores de edad no pueden comprar una cerveza.   

Este no es un panorama maravilloso de contemplar cuando tienes hijos tan pequeños, pero es una realidad que no podemos ocultar bajo la alfombra.  Este es el fruto de una sociedad que aprueba, promueve e impulsa la inmoralidad. Este el resultado de una sociedad que le ha dado la espalda a Dios. Y mi pregunta es: ¿Adonde llegará esta sociedad donde las jóvenes adolescentes pueden ir a una clínica a practicarse un aborto? ¿A dónde llegará una sociedad donde la disciplina paterna es un crimen? No nos sorprendamos entonces, del porque en esta generación estemos viendo hijos más rebeldes, más indisciplinados, egoístas, destructivos, violentos.             

Por lo tanto, para poder desarrollar familias buenas en un mundo malo, no solo se necesita la buena disposición de los hijos para amar y respetar a sus padres.  Se necesitan padres que hagan lo mismo. Estos versículos de Efesios 6.1-4 enfocados en la familia, tienen como propósito el que entendamos que para tener una familia buena en un mundo malo, se debe de empezar por el principio; y ese principio se encuentra en el contexto. “Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”. Efesios 5.33.   

¿Por qué esto es tan importante? Porque para desarrollar hijos saludables no solamente debemos darles y demostrarles amor, no solamente es suplir sus necesidades fundamentales, sino que según el contexto la clave para una crianza saludable de los hijos es:  la relación saludable que tiene papá y mamá. Hoy vamos a comenzar a ver: Cuáles son los errores que se comenten y que obstaculizan el tener una familia buena en un mundo malo. 

1. El no respetar la autoridad y no ser una autoridad respetable:

Una familia saludable solo es posible cuando hay una autoridad saludable. Los hijos necesitan autoridad, pero se rebelan contra el autoritarismo. Si entendemos esto, comprenderemos que la autoridad no se impone, se construye, se edifica. Una responsabilidad fundamental que Dios ha confiado a los padres en el hogar, es la de educar a sus hijos acerca de la importancia de honrar, respetar y obedecer a sus padres. Este deber recae directamente sobre papá y mamá. Nuestros hijos deben aprender no solo a obedecer la autoridad sino a respetarla y honrarla; a apreciar la autoridad como un regalo de parte Dios.  Pero si no son instruidos, ellos no se inclinarán naturalmente a respetar la autoridad ni mucho menos a obedecerla.   Es deber de los hijos honrar la autoridad, pero es deber de los padres criar a sus hijos de tal manera que ellos aprendan a honrar la autoridad.

   

Y padres esto no sucederá espontáneamente, el respeto a los padres es algo que se aprende y Dios ha constituido a los mismos padres como los medios para enseñarles tales verdades a sus hijos.  Esto es muy clave, porque la falta de respeto a los padres se consideraba un pecado muy grave:  “Si un hombre tiene un hijo terco y rebelde que no obedece a su padre ni a su madre, y cuando lo castigan, ni aun así les hace caso, el padre y la madre lo tomarán y lo llevarán fuera a los ancianos de su ciudad,    a la puerta de su ciudad natal, y dirán a los ancianos de la ciudad: «Este hijo nuestro es terco y rebelde, no nos obedece, es glotón y borracho.» Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que muera; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá esto y temerá”. Deuteronomio 21:18–21 (NTV)


Por consiguiente, la aceptación de nuestros hijos hacia nuestra autoridad y más aún, hacia la autoridad de Dios, solo se logrará tras haberles educado en ese comportamiento. Una de las grandes tragedias de nuestra generación es que muchos hijos no tienen quien les enseñe a obedecer.  La característica de muchos de los hogares es la pasividad y la tolerancia. Muchos padres no están ejerciendo una influencia determinante sobre la vida de sus hijos porque se encuentran ausentes de casa, y como resultado la televisión, el cine, el internet, la música, los video juegos, los amigos, las pandillas han venido a llenar ese vacío.  

  

Pero nosotros como cristianos tenemos que oponernos tajantemente a este patrón de conducta, porque es totalmente contrario a la voluntad de Dios. El padre que no instruye a sus hijos simplemente no está cumpliendo con lo establecido por Dios.  Leer: Deuteronomio 6.4-9  

Si lo leyeron bien, notaran que esta no era una instrucción de 5 minutos y no más,  ni mucho menos era una tarea que fácilmente se le delegada a las maestras de la Iglesia Infantil.  Aquí se está hablando de un proceso que dura todo el día, desde que el hijo se levanta hasta que el hijo se acuesta.  Pero no tenga la idea equivocada de que Dios nos está llamando a que cada segundo les estemos dando bibliazos en la cabeza; ¡NO!    Lo que la Palabra de Dios nos dice es que estos padres a través de su conducta, sus palabras, de su ejemplo, de su vida, de su comportamiento; a través de sus respuestas, de su dialogo, de sus acciones, de su trato diario son de influencia correcta para sus hijos.   

Hermanos Dios espera que los padres sean una influencia determinante en la vida de nuestros hijos.  Y Pablo añade un ingrediente para ejercer la autoridad responsable: Pablo dice: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”  Efesios 6.4.

En este versículo hay dos extremos muy peligrosos:  El primero es: Que muchas veces evitando de que sus hijos se enojen, que se llenen de amargura y resentimientos, los padres han dejado a un lado la instrucción y la disciplina asumiendo que todo tipo de disciplina es sinónimo de abuso infantil. Y no toda la culpa es de ellos, porque muchos psicólogos tratando de justificar el mal comportamiento de parte de los niños, enseñan que es el resultado de algún problema psicológico, biológico o químico en el cerebro. Esto ha llevado a hacer pensar algunos hijos, que su mal comportamiento tiene justificación, y le faltan el respeto a sus padres, a sus profesores, a las autoridades.


El otro extremo es que muchos padres están dando instrucción y corrección con extrema severidad a tal grado, que provocan no solo a ira a sus hijos, sino que dejan secuelas dañinas en sus corazones.    ¿Cómo no caer en estos dos extremos peligrosos?  El equilibrio para no caer en estos dos extremos se encuentra cuando esta instrucción y corrección proviene del Señor.   Por eso Pablo nos dice: “sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.  

Yo sé que la disciplina y el castigo no es fácil, pero nuestra tarea no es aplicar el castigo con mano dura, sino que tenemos que estar comprometidos a dirigir a nuestros hijos hacia Jesús. Escúchame bien lo que te voy a decir:  Los problemas del mal comportamiento en tus hijos son un problemas del corazón, por lo tanto, hay que dirigirlos a Jesús. 





46 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page