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Lo Que Siembras Cosechas parte II

Actualizado: 11 jun

 Todos independientemente si eres hombre o mujer, joven o adulto, casado o soltero, hayas recibido a Cristo la semana pasada, o tengas años de ser cristiano, todos estamos sembrando: En el hogar, fuera de él, en el trabajo, en la escuela, con familiares, con amigos; y qué decir dentro de la iglesia.  Y Pablo dice que esa siembra puede ser: Buena o mala; que hay dos clases de sembradores: Los que son Espirituales y los que son carnales; Que hay dos clases de terrenos en donde se siembre la semilla: la carne y el Espíritu; y dos clases de cosechas: destrucción y muerte, o plenitud y vida eterna.  Lo anterior es lo que se conoce como el principio de la siembra y la cosecha; Si tú siembras una semilla de aguacate, cosecharas aguacate; y cuando sea la cosecha disfrutaras de un rico guacamole. Si siembras una semilla de un árbol frondoso, cuando ese árbol crezca cosecharas su sombra; pero si siembras una mala semilla, tu cosecha será mala. 




Pablo toma ese principio agrícola y lo aplica a la vida espiritual. Pero, además nos da una advertencia: “No se dejen engañar”. Y es una advertencia porque nuestra naturaleza tiende a inclinarse sin tanta resistencia más hacia la mentira, que hacia la verdad.  Considera esto: En el jardín del Edén Adán y Eva en un estado de perfección, con un corazón bueno, con una mente buena, con una voluntad sin pecado, y siendo instruidos de primera mano en la verdad por Dios mismo, si ellos eligieron la mentira, ¿Cuánto más nosotros?   

Pablo nos da esta advertencia porque nosotros podemos ser fácilmente engañados, fácilmente sacados de la verdad, fácilmente desviados, porque la verdad apela al Espíritu mientras que la mentira apela a carne, y eso produce un gusto en nosotros.  Porque la mentira es un caramelo dulce a nuestros oídos. Por esa razón es que cuando estamos frente a frente entre abrazar la verdad o permitir la mentira continuamente el cristiano se pregunta: ¿será que eso es tan malo?  Cuando la pregunta debería de ser: ¿Y esto agrada a Dios? 

El problema es que nosotros siempre queremos estirar la cuerda: ver hasta donde la carne puede disfrutar lo ilícito, ver hasta dónde podemos coquetear con el pecado, sin sufrir las consecuencias. Nuevamente piensa en esto: Adán y Eva en un entorno de santidad, en un mundo sin maldad, sin pecado, sin las atenuantes de la corrupción moral,  pudieron ser fácilmente engañados por Satanás; la advertencia que nos hace Pablo, NO la podemos tomarla a la ligera.  “Pero temo que, de alguna manera, su pura y completa devoción a Cristo se corrompa, tal como Eva fue engañada por la astucia de la serpiente”. 

2 Corintios 11.3 (NTV). 

La preocupación de Pablo es real porque el engaño es real, porque la falsedad está a la vuelta de la esquina, porque tú y yo somos receptivos a permitir más la mentira que la verdad.  Y la advertencia que nos da Pablo nosotros tenemos que considerarla con mucha atención, porque las consecuencias podrían ser devastadoras: “No se dejen engañar: Dios no puede ser burlado”. En otras palabras: NO ha nacido en esta tierra, ni vivirá hombre alguno sobre esta tierra que haya podido burlarse de Dios y no recibir el castigo por su pecado.   

Esta palabra BURLARSE tiene la idea de “levantar la nariz en señal de burla o desprecio”. Lo que eso implica es: Que no solo con las palabras te puedes burlar de Dios, sino que con un gesto despectivo hacia Dios es suficiente para burlarte; y que ese acto no quedará sin sufrir las consecuencias. 

 

Tal vez, usted se pregunta: ¿Realmente el castigo será severo para aquel que se burla de Dios? NO tenga duda de eso. Todos conocemos la lamentable historia de a David (2 Samuel 12.9-12.) David pensaba que su pecado con Betsabé y posterior asesinato de su esposo, que Dios lo iba a pasar por alto, pero David aprendió que “Dios no puede ser burlado”. También el sacerdote Eli (1 Samuel 2) que al no castigar y corregir el pecado de sus hijos, en el mismo día no solo murieron sus hijos, sino también él. ¿Por qué esa sentencia tan terrible? Porque “Dios no puede ser burlado” Todos recordamos a Ananías y Safira (Hechos 5) cristianos que creyeron que podían llevar una vida de mentiras y no sufrir las consecuencias por su engaño. En un mismo día ambos esposos murieron. ¿Por qué? Porque “Dios no puede ser burlado”.  Recuerdan lo que le sucedió a Herodes (Hechos 12.20-25) Herodes en un instante fue comido por los gusanos porque le hablo al pueblo con una actitud arrogante; y además, no le dio la gloria a Dios al aceptar la adoración del pueblo y no dársela a Dios. ¿Por qué esa sentencia tan terrible? Porque “Dios no puede ser burlado”. 


En las redes sociales incluso circula un video de varios personajes famosos, tal vez usted lo ha visto. En la lista esta la banda de rock The Betles, donde John Lennon integrante de esta banda dijo que ellos eran más famosos que Jesús, días después murió asesinado.  El hombre que construyó el Titanic en una entrevista le preguntaron ¿Cuan seguro sería el barco? Con un tono irónico respondió: “Ni Dios puede hundirlo”. En su primer viaje el barco se hundió. O como en el caso del que era presidente de Venezuela Hugo Chávez que dijo: “que desde el fondo de su alma y sus viseras maldecía al pueblo de Israel”. Precisamente el cáncer se le esparció hasta las vísceras y murió.  ¿No será todo eso una coincidencia? No lo creo, porque nadie se ha burla de Dios, sin que no haya sufrido las consecuencias.  


Y a pesar de estas claras advertencias por parte Dios, hoy muchos siguen burlándose de Dios. Se burlan de Dios cuando una mujer decide consumir hormonas, raparse el cabello, tomar una postura masculina para aparentar ser hombre; esa mujer se está burlando de Dios. Cuando un hombre trata por medio de cirugías, de tratamientos hormonales, de la mutilación de sus genitales transformarse en una mujer porque así se percibe, ese hombre se está burlando de Dios. Cuando nuestros gobernantes, legisladores, asambleístas y senadores apoyan y promueven el aborto, se están burlando de Dios, del Dios que diseño la maternidad como una expresión de su amor.  

  

Cuando el sistema educativo de nuestros distritos escolares se toman atribuciones que solo les corresponden a los padres, y comienzan a enseñarles una ideología en el área de la sexualidad a nuestros hijos, lo que están haciendo es burlándose de Dios.  Cuando en un país como Estados Unidos, una nación que se fundó bajo las normas de las Sagradas Escrituras, hoy en cualquier esquina se permite vender droga, consumir droga, se están burlando de Dios.   Cuando en una nación como esta, hoy en las grandes farmacias se puede encontrar una pastilla para abortar sin mayores restricciones, se están burlando de Dios.  Cuando Joe Biden presidente de esta nación le abre las puertas de la Casa Blanca a los promotores del   movimiento LGBT, pero además elige a una persona transgénero como subsecretaria de salud, lo que está haciendo es burlándose de Dios, del Dios que ha bendecido y protegido a esta nación. 

 

Y la palabra de Dios nos dice que todos aquellos que se burlan de Dios, no quedaran sin sufrir las consecuencias.  “Lo que sí he llegado a ver es lo siguiente: los que siembran maldad, cosechan lo que siembran”. Job 4.8. Quizás algunos puedan estar pensando: Pastor, “Que bueno que yo nunca cometería un pecado tan extremo como esos”. Yo te digo que no olvides que esta carta a los Gálatas está dirigida no al gobierno, no a la clase política, no está dirigida la elite social; Pablo la dirige a cristianos, y aunque no se llegue a cometer este tipo de aberraciones, es posible que tu estes sembrando para la carne, y ni enterado estes.  

   Pastor, ¿Cómo se da eso? Cada vez que nosotros permitimos que nuestra mente guarde rencor, alimentemos una herida, mantengamos una fantasía impura; cuando tus deseos egoístas pasan por encima de los sentimientos, afectos y el respeto que la otra persona merece, estas sembrando para la carne. Cuando hay un des-balance en tus prioridades y no le das ni el tiempo ni el valor que se requiere para pasar tiempo con Dios en oración y estudiando la Biblia, ahí estas sembrando para la carne. 

Cuando frecuentas lugares que no te edifican, cuando tienes contacto con personas y amigos que no te edifican; ahí estas sembrando para la carne.  Por esa razón Pablo nos dice que tu yo podemos elegir sembrar: “Pero el que siembra para agradar al Espíritu, cosechará la vida eterna”. (v.8b)

La pregunta obligada que tenemos que hacernos es:  ¿Estas sembrado para complacer tus deseos pecaminosos que te conducen a la destrucción? O ¿Estas sembrando para agradar a Dios que te conducirá a la vida eterna? En ti esta la decisión.



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