Una de las primeras lecciones que se aprende en biología estando en la escuela primaria es: Que la vida por definición consiste en un proceso de crecimiento. Todo lo que tiene vida: nace, crece y se desarrolla. Y por supuesto que el crecimiento es un principio muy esencial también en el área espiritual.
La triste realidad que vemos hoy es, que algunos piensan que pueden ser “bebés cristianos” durante toda la vida. El crecimiento lo ven más como una opción que como un deber. Pero debemos ser muy cuidadosos con respecto a aceptar esa forma de pensar.
Porque el crecimiento es una señal de vida. El crecer es un objetivo fundamental para todos los que somos creyentes en Cristo. Leer Efesios 4.13. Y el apóstol Pedro nos dice que para crecer espiritualmente tenemos que despojarnos de algunos pecados que impiden ese crecimiento.
La frase “Desechando”. Nos habla de malos hábitos que hay que abandonar, y buenas actitudes que hay que adoptar y desarrollar.
El primero de esas malas actitudes que debemos abandonar:
1. De Toda Malicia
Esta palabra que se traduce como “Malicia”, nos habla de una mala disposición, de un mal sentimiento hacia otra persona. La malicia tiene que ver con ese deseo de causar dolor, de infringir sufrimiento, de causar daño, de herir, o agraviar a otra persona. En la vida vienen y van las ofensas y nosotros tenemos que determinar que hacemos con esas ofensas: aplicar toda malicia o aplicar el perdón. La Biblia esta saturada con versículos que nos dice que el perdón es nuestra mejor opción: Leer Levítico 19.18; Lucas 6:36-37; Romanos 12.17-18.
El perdón no es un tema fácil, especialmente en una época como la nuestra, donde hoy es más común la venganza, que la gracia; el desquitarse que el perdonar; el castigar que el disculpar; el pegar que buscar la reconciliación. La malicia brota de nuestros corazones en la mayoría de los casos en el contexto de las relaciones interpersonales; y va desde los conflictos más mínimos y en algunos casos irrelevantes, así como también en aquellas situaciones complejas y muy transcendentes. Es por esto que el autor a los Hebreos nos dice “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Hebreos 12.14
Aquí tenemos un versículo que prueba rotundamente que no podemos desligar, separar, distanciar nuestra vida espiritual de nuestra vida cotidiana. Y que muchas de las malas actitudes se deben a una mala comunión con Dios. Un carácter defectuoso es el resultado de una relación defectuosa con Dios. Verifique por usted mismo y se dará cuenta que el motor que alimenta la malicia, la ira, el enojo, la sed de venganza, el deseo de tomar represarías, y de desquitarse, muchas veces se debe a que hay una deficiente, carente y pobre relación espiritual con Dios.
¿Qué significa la palabra “con todos”? ¿Se incluyen los enemigos, están incluidos aquellos con los que no compaginamos, con aquellos que no armonizamos, con aquellos que nos causa irritación tan solo verlos, con aquellos que nos han herido, lastimado, causado daño?
Según la enseñanza de Jesús, la respuesta es sí.
Jesús dijo: “Pero ahora yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los maltratan. Así demostrarán que actúan como su Padre Dios, que está en el cielo. Él es quien hace que salga el sol sobre los buenos y sobre los malos. Él es quien manda la lluvia para el bien de los que lo obedecen y de los que no lo obedecen” Mateo 5:44–45
Hay varios aspectos negativos por lo cuales la malicia que describe el apóstol Pedro, afecta en una escala mayor nuestro crecimiento espiritual:
A. Nosotros somos los primeros afectados:
Alguien dijo: “Ojo por ojo y terminamos todos tuertos”. La persona que más sufre, la persona que más peso carga, es aquel que no puede perdonar. “Cada corazón conoce su propia amargura”. Proverbios 14.10.
B. Oscurece los propósitos de Dios en Medio de esa situación:
Con mucha frecuencia el dolor por las heridas causadas, el resentimiento y la amargura bloquea nuestra capacidad para entender y ver el plan de Dios aun en medio de esa situación conflictiva. Estamos tan enfocados en la herida, en el causante de esa herida, y en vengarnos por esa herida que perdemos de vista el plan de Dios en medio de esa herida. Leer Santiago 1.2-3
C. Le damos acceso total al diablo:
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”. Efesios 4:26- 27. No permitamos que el resentimiento y sed de venganza tomen el control sobre nosotros y nos debilite de tal manera que puedan venir a nuestras vidas aspectos de pecado o aun más grave, la incitación satánica hacia el mal.
D. Afectará nuestra eternidad:
Una evidencia clara de que estamos en Cristo es el amor. La prueba de que una persona posee la vida eterna se manifiesta en frenar esos deseos vengativos. Leer 1 Juan 3.14-15. Juan nos dice que si el amor está ausente de la vida de una persona, el odio con todas sus temibles consecuencias llenará ese vacío.
Es probable que en este momento estés pensando: “¡Pero yo nunca he matado a nadie!”. La cuestión no está tanto en lo que hiciste, sino en lo que quisiste hacer. Esta es la razón por la cual Jesús compara el odio con el asesinato. “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”. Mateo 5.21-22
Tal vez una de las razones del porque algunas personas nunca han asesinado literalmente a quien le ha causado dolor, se deba a las “rejas” que se han levantado: el temor al arresto y la vergüenza, las penas de la ley, la posibilidad de morir, la reputación, etc. Sin embargo, Jesús va más allá del acto frío del asesinato y nos habla de lo que se maquina en el corazón. Y Jesús nos dice que el homicidio no es solamente aquel que se comete con un arma, sino también aquel que se comete en el corazón.
Tomémonos una pausa y preguntémonos: ¿Has permitido en tu corazón la venganza como una opción con tanta fuerza, que obstruyes la gracia de Dios en tu vida? ¿Cuál es tu primera reacción cuando alguien te lastima? ¿Cómo reaccionas ante las heridas que te han causado dolor? ¿Por qué el apóstol Pedro inicia en el proceso de crecimiento con deshacernos de la venganza?
Porque nos encontramos frente a uno de los temas que nos presenta más desafíos para nuestra vida. ¿Que se supone que debe hacer un hijo de Dios cuando alguien lo agrede o lo daña en algún sentido? El apóstol Pablo dice que el mejor camino frente a la agresión siempre es el perdón. Leer Colosenses 3:13
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