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Transformados Por El Evangelio

El evangelio de Cristo es parte central de estos seis capítulos en Gálatas. El núcleo de esta carta es la defensa del verdadero evangelio de Cristo. De hecho, Pablo define el evangelio en los capítulos 3:1–4:11. Y no solo lo define, Pablo defiende el evangelio ante el intento de los judaizantes (Judíos que querían imponer la observancia de la ley de Moisés a los cristianos convertidos de entre los gentiles). Por que ellos enseñaban que la cruz de Cristo no era suficiente para la salvación, por lo tanto, se requiera de algo más: la circuncisión y cumplir con las obras de la ley.


Esto es sumamente clave porque el intento por destruir el mensaje de la cruz añadiendo algo más a la salvación es tan antiguo como el hombre mismo. Lo vemos en el intento de Caín de llegar a Dios por medio del esfuerzo humano; Satanás intento destruir el mensaje de la cruz cuando quiso tentar al mismo Cristo al ofrecerle los reinos del mundo, sin tener que pasar por todo el sufrimiento de la Cruz, a cambio de que Cristo se postrara y lo adorara (Mateo 4.8–9).

Así que, el enfoque de Gálatas es defender el mensaje de la cruz. Y Pablo comienza diciendo: “Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos)”. Indudablemente el apóstol Pablo es una de los personajes más sobresaliente e influyente de todo el Nuevo Testamento. A pesar de que sus padres eran judíos, de alguna manera antes de que Pablo naciera, sus padres se hicieron ciudadanos romanos y de esa forma Pablo obtuvo la ciudadanía romana.


Pablo fue criado en la más estricta tradición judaica, concluyendo su educación en Jerusalén a los pies de Gamaliel, el rabino más ilustre, famosos y preparado de aquellos días. Pablo era un hombre extraordinario en muchos sentidos, probablemente uno de las mentes más brillantes de su época. Sin embargo, las Escrituras también nos muestran el otro lado del pasado oscuro de Saulo de Tarso antes de su conversión.

La Biblia NO nos oculta el pasado del hombre que recibió el título de “apóstol a los gentiles”.

De hecho, él mismo cuenta lo que él era en el pasado: Leer 1 Timoteo 1.13; Hechos 9:1. Así que la primera imagen que tenemos de Pablo cuyo nombre era Saulo de Tarso, es un poco cruel, violenta y sangrienta. Pablo era un hombre tan apegado a sus convicciones religiosas, que se convirtió en un acérrimo perseguidor de todo aquel que se declarara cristiano. Leer Hechos 9:1,2.

Todo esto es importante conocerlo para entendamos del pozo tan profundo de donde Dios saco a Pablo. Porque cuanto más conozcamos en la oscuridad que vivía, mejor vamos a comprender la gratitud, pasión, y la determinación que Pablo demostró por comunicar, enseñar, y defender el evangelio de Cristo. Así que la primera imagen que tenemos del apóstol, no es la que leemos en los encabezas de sus cartas como “siervo de Jesucristo”, o “llamado a ser apóstol no por hombres sino Jesucristo”.

La primera imagen que tenemos del apóstol, no es de un joven educado en las mejores escuela de leyes de Jerusalén, sino por el contrario, lo vemos por primera vez, como un hombre cómplice de un brutal asesinato como dice Hechos 8.1 “consentía en su muerte”.

Así que nada iba a detener a Saulo en su intento de exterminar por completo a los seguidores de Cristo. Todo ese ímpetu y odio desmedido era según él: “para mantener la pureza de la religión judía”.

Pablo era un hombre con un odio ciego en contra de los cristianos, y de los discípulos, que no le importaba si en su camino se encontrará mujeres, niños o incluso ancianos. Ese es el Pablo que hoy quiero mostrarles para que juntos podamos comprender el poder del evangelio de Cristo, y el alcance que el evangelio de Cristo tiene.

Porque el evangelio no es exclusivo solo para personas buenas; Sino que el evangelio de Cristo es la única alternativa, el único camino, la única salida que el mundo necesita para salir del abismo en que se encuentra.

No importa hasta qué punto una persona haya caído en pecado, no importa que tan lejos hayan huido de Dios; No importa cuánto el hombre este sumido en el fango del pecado, la gracia de Dios, el amor de Dios y Su misericordia tienen el poder para salvar, restaurar y perdonar inclusive a aquellos que sus vidas han tocado fondo. De la misma manera como Dios cambio la vida de Saulo de Tarso. Leer Hechos 9:3-7.

En medio de la actitud más violenta, y de las intenciones más crueles que llevaba este grupo de hombres a Damasco, la Luz de Cristo los rodeo. Y es así como Dios trabaja en nuestras vidas. Cuando menos lo esperamos, Jesús se aparece en nuestra vida transformando nuestro caminar. Si tu aun no conoces a Cristo como tu salvador, si estas en un camino que te está llevando a la destrucción, en orgullo, materialismo, en vicios innecesarios, el Señor te va tumbar de tu caballo, y te mostrar un camino mejor.

Pero ahora entra en la escena un hombre desconocido llamado: Ananías. Ananías recibió del Señor la orden de ir y buscar a este Saulo cuyos antecedentes no eran los mejores en aquella época. Él sabía muy bien quien era Saulo, y cual era las intenciones a llegar a Damasco. Poco se sabe de la vida de Ananías, solo se nos dice que era un discípulo que vivía en aquella ciudad. Ananías no era apóstol, no era un pastor, no era un líder de renombre. No aparece como una gran figura religiosa, pero tuvo una misión tremenda para su vida. Leer Hechos 9:10-19.

Y esa es la misma orden que Dios nos ha dado. Dios nos ha dejado en este mundo de oscuridad para que nosotros seamos Su luz y llevemos Su verdad a aquellos que caminan en oscuridad. Tal vez usted se pregunta: ¿Por qué están importante en nuestros días no solo conocer el evangelio, abrazar el evangelio, defender el evangelio sino proclamar el evangelio?

Porque hacerlo no es una opción es una designación: “Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos).(v.1).

Apóstol significa uno que es enviado. Pero también Pablo está estableciendo su autoridad para escribir, su autoridad para defender el evangelio, su autoridad para compartir el evangelio de Cristo. Por lo tanto, quien nos llamó para esta sublime tarea de conocer el evangelio, abrazar, defender y proclamar el evangelio ha sido Cristo. Leer 1 Timoteo 2:3-4.

Tal vez usted se pregunta: si yo tengo la tarea de defender y de compartir el evangelio de Cristo, ¿Qué se requiere de mí?

1. Un Buen Testimonio:

Leer Hechos 22.12-13. Un mensaje de verdad necesita cristianos que no solo hablen la verdad, sino que vivan en la verdad del evangelio. Y hay dos mecanismos básicos para evangelizar: la primera de ellas es por medio de nuestras vidas y la segunda: por medio de nuestras palabras. De ahí la importancia no solo de creer en el evangelio sino de vivir el evangelio. ¿Qué se requiere de mí?

2. Creyentes con compasión:

Leer Hechos 9:17. Ananías no solo tenía valor, sino que también tenía compasión. No solo lo toca en su hombro, sino que lo acepta de inmediato y le dice: “hermano”. Ese fue un toque de la gracia de Dios a través de un creyente obediente, piadoso, con disposición y compasión. Esta acción de tocarle nos habla de la compasión y del amor que debemos de demostrar por lo perdidos. Allí se encontraba un hombre vulnerable por su condición de ciego. Allí estaba un hombre en la posición más sensible y con el corazón quebrantado, y dice la palabra de Dios que Ananías lo toca, lo acepta y ora por él.

La pregunta es: ¿Cuántos allá afuera no están necesitando de una palabra de amor, de una palabra de amistad, de una palabra de aliento? Leer 1 Tim. 1:12-14

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