TRIUNFANDO SOBRE LA TENTACIÓN
- pandevidamcallen
- 2 feb
- 6 Min. de lectura

Te has preguntado alguna vez, ¿Por qué la tentación tiene tanto éxito? Las respuestas pueden ser variadas dependiendo quien la enfrente, dependiendo la clase de tentación, y el nivel de tentación; sin embargo en lo que creo que todos podemos coincidir es, que el éxito se debe a que en la gran mayoría de las veces la tentación comienza a gestarse con cosas pequeñas e inofensivas. Y cuando usted menos se lo imagina se encuentra sin salida, atrapado, prisionero, enredado e imposibilitado para librarse de las terribles consecuencias. Escucha como Santiago ilustra este proceso de la tentación:
“Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado” (v.15).
El ciclo de un embarazo en una mujer es la imagen que Santiago nos ofrece. Palabras como: Concepción, crecimiento, dar a luz, es el ciclo que nos ilustra como se gesta la tentación en nosotros. La semilla del pecado se introduce en nosotros (Por las cosas que vemos, tocamos o en los lugares a los que vamos), nace, crece, se desarrolla y en vez de producir vida, su resultado terrible es: LA MUERTE.
Esto es sumamente clave que lo entendamos, porque si no somos capaces de identificar este proceso en nuestras vidas, estamos en peligro de ir cayendo ante las tentaciones una y otra vez, y en vez de recibir finalmente la corona de la vida (1:12), acabaremos en la muerte eterna (1:15). Con mucha razón Cristo nos dice:
“Manténganse despiertos y oren, para que la tentación no los venza. Porque es cierto que el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. Mateo 26.41 (NBV).
La pregunta clave para todos es: ¿Cómo yo sé que la carne está ganando ventaja sobre el espíritu? Cuando las cosas de Dios ya no tienen ese impacto como lo tuvieron en el pasado: Hablo de que orar ya no es una necesidad en tu vida, pasan los días y te da igual si te conectas o no con Dios en oración. De la misma manera ya no dedicas tiempo como lo hacías antes para conocer más a Dios por medio de Su palabra. Antes había un deseo por conocer más a Dios, pero ahora has entrado en un estado de apatía y te conformas con solo 45 minutos que dura el sermón. Tal vez has permitido que las quejas y la ingratitud te hagan perder el gozo del Espíritu Santo. Tal vez la adoración ya no causa el mismo impacto en tu vida. Tu postura mientras adoramos a Dios es el reflejo de lo que internamente estas viviendo en tu relación con Dios: No tienes pasión, no hay entrega, no se vive lo que se canta, y la razón es porque te has convertido en un espectador más. O tu relación con Dios se ha enfriado tanto en tu vida, que te da lo mismo participar del servicio dominical al frente de una pantalla ya sea del televisor o de tu teléfono, que estar presente el domingo en la casa de Dios. Por lo tanto, es importante analizar en que nivel nos encontramos y mantenernos conectados con Dios.
La semana pasada analizábamos el primero de dos resultados terribles cuando cedemos a la tentación: (1) El pecado en su máxima expresión. “entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado… Santiago 1:15a. Si hay algo claro que podemos ver en estos versículos, es que Santiago quiere que entendamos que esta es una lucha interna, es una lucha muy personal. Y en esa lucha, escúcheme bien: NADIE PUEDE PELEAR POR TI. Te podemos apoyar con el consejo de la palabra, orando por ti, clamando al Señor por tu vida, pero es tu lucha, es tu batalla, es tu proceso, es tu responsabilidad. Y esto lo debemos de tomar con mucha seriedad precisamente por la gravedad de la segunda consecuencia que Santiago aquí nos plantea:
2. LA MUERTE
Cuando los deseos explotan dentro de nosotros no solo se consume el pecado, sino que ese pecado produce la muerte. Leer: Santiago 1.15 Mis hermanos Dios desde Genesis nos ha dicho lo que hoy Santiago ratifica: La muerte es el resultado por nuestros pecados:
“pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y del mal porque el día que lo hagas, sin duda morirás”. Genesis 2.17 (PDT);
“El alma que peca, esa morirá”. Ezequiel 18:4;
“Como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Romanos 5:12.
“Porque la paga del pecado es muerte”. Romanos 6.23.
Ese camino dulce, placentero, delicioso, adrenalínico, emocionante, y lleno de ilusión por donde la tentación nos conducía, concluye en el más lamentable resultado: La muerte. Lo que nos está diciendo Santiago es sumamente serio: Cualquier pecado con el que usted esté coqueteando, cualquier engaño que usted esté consumiendo, o deseos que esté cumpliendo, huya de ellos. Le matarán.
Tal vez muchos podrán estar pensando: «Me alegro de que Dios ya no envié fuego del cielo para castigarnos cuando cedemos a la tentación». Bueno, yo no puedo asegurar que eso no sucederá, pero lo que sí le puede asegurar es, que la paga por el pecado todavía sigue siendo la muerte. Tal vez no la muerte física, pero si la muerte de tu credibilidad. Cuando se pierde la credibilidad será muy difícil de volver a construirla y en muchos casos es irreparable.
La muerte de la honestidad: si hay algo que las personas valoramos es poder tener cerca de nosotros personas honestas; la muerte de las relaciones: Que difícil es volver a confiar en alguien que te ha mentido, que te ha engañado; La muerte del matrimonio. Con una sola mentira, con un solo engaño, con una sola traición muchos matrimonios se han muerto. Tal vez, la historia más trágica y dolorosa que nos ilustra este punto es la historia del rey David con Betsabé. David sabía que ella era una mujer casada y sin embargo, tomó la decisión de traerla al palacio y pasar la noche con ella, y se produjó lo inevitable:
“Pero Betsabé quedó embarazada y, cuando se dio cuenta, se lo hizo saber a David”. 2 Samuel 11.5.
Ante este gravísimo pecado David tenía solo dos opciones: (1) podía ir delante de Dios y reconocer su pecado o (2) podía buscar sus propias soluciones. Y David tomó el peor camino convirtiéndose en el autor intelectual del asesinato del esposo de Betsabé. Así que Dios tiene que intervenir y envía al profeta Natán para confrontar a David por su pecado, y David luego de ser confrontado confiesa arrepentido su pecado y Natán le responde: “Jehová también ha perdonado tu pecado; no morirás”. (v.13) Pero las consecuencias inmediatas del pecado de David fueron terribles: Destruyo su relación con Dios.
Fue el autor intelectual del asesinato de Urias.
Provocó la muerte a los soldados y el dolor de las familias.
El niño que le nació de la relación que tuvo con Betsabé murió.
Pero las consecuencias no se terminaron ahí, los efectos de su pecado se extendieron. Escucha como ese pecado afecto la armonía familiar y la estabilidad del reino: Amnón, el hijo de David, violó a su media hermana Tamar, lo que llevó a un ciclo de venganza y asesinato dentro de la propia familia de David (2 Samuel 13). Absalón, el hermano de Tamar, mató a Amnón y luego se rebeló contra David, buscando usurpar su trono (2 Samuel 15). La rebelión de Absalón trajo una inmensa tristeza a David y resultó en una guerra civil que debilitó a la nación. Toda esa cadena de lujuria, mentiras, de engaños, de adulterio, de robo, y asesinato, empezó con una mirada. Eso es lo que produce la tentación. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Valdrá la pena pecar y sufrir las consecuencias? ¿Qué debemos hacer?
Tener siempre presente que el pecado no es una diversión:
Y es que, aunque el pecado te prometa satisfacción, siempre te traerá: miseria, frustración y desesperanza. Pero la peor consecuencia es que el pecado condena al alma no redimida al infierno, y a una eternidad lejos de Dios. Leer Apocalipsis 21.7-8
2. Necesitas Arrepentirte:
Cuando se ha permitido que la tentación venga a romper nuestra relación con Dios, es sumamente importante que inmediatamente confesemos nuestros pecados y nos apartemos totalmente del pecado. Recuerde que arrepentirse significa: cambiar la manera de pensar, es un cambio de comportamiento que implica apartarse del pecado, renunciar al pecado y abandonar el pecado.
“Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados”. Hechos 3.19 (NTV)
3. No te confíes de que estas libre ante cualquier posibilidad de caer:
El apóstol Pablo nos recuerda:
“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” 1 Corintios 10.12
4. El parámetro de Dios sigue siendo la santidad:
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Mateo 5.8.
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